Desde que se desarrollaron los primeros circuitos en los años 50, la escala de la integración ha llegado hasta límites inimaginables.
La nanotecnología está ya en condiciones de dar el siguiente paso: los transistores, componentes de los chiops, pronto serán sustituidos por moléculas llamadas rotaxanos.
Los nanotubos son buenos conductores de la electricidad, podrían actuar como cables increíblemente finos.
Las investigaciones no han hecho más que comenzar, pero si se concluyeran con éxito, en un futuro no muy lejano podrían contar con nanorrobots capaces de regular reacciones químicas, reparar defectos estructurales indetectables y revolucionar el mundo de la biomedicina. Mediante los nanorrobots sería posible curar lesiones cardíacas, destruir tumores e incluso penetrar en las células para instalar prótesis microscópicas.
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